“Imágenes procedentes de los fondos de la Biblioteca Nacional de España”
Obra derivada de Mapas Generales IGN
El Ejército de África es la fuerzas principal a disposición de las fuerzas sublevadas.
Hay que trasladarlo a la Península, tal y como está previsto en los planes iniciales. Pero el fracaso del Alzamiento en la Armada hace que la mayor parte de los buques queden en poder de las dotaciones más favorables al Frente Popular. El plan previsto para pasar con rapidez las fuerzas del Ejército de África por mar a la Península ha fracasado.
Sin el dominio Sur del Mediterráneo y con la Escuadra en poder del enemigo, la interdicción del Estrecho es absoluta. El Ejército de África queda totalmente aislado en territorio marroquí e imposibilitado el transporte marítimo a la Península.
La zona Estrecho de Gibraltar- mar de Alborán, alcanzan un altísimo valor estratégico. El Gobierno de Madrid conoce los planes de sublevación, y con una relativa exactitud tras las maniobras que se celebran entre el 5 y 12 de julio en el marroquí Llano Amarillo, de Ketama.
La decisión gubernamental que responde a esa información, se plasma a partir del 15 de julio con los planes de para el aislamiento del Protectorado por el mar y por el aire.
Se decide destacar flotas de destructores y de submarinos frente a las costas marroquíes y andaluzas, y mantener en alerta a la Aviación. Todo con la misión de protección de las autoridades afines en el Protectorado y en las provincias meridionales de Andalucía, que puedan verse envueltas por la rebelión prácticamente ya en marcha.
Durante las noches del 16 y 17 se hacen a la mar desde la Base Naval de Cartagena, los destructores Almirante Churruca, Lepanto, Sánchez Barcaiztegui, Almirante Valdés y Alsedo. A esta fuerza se unirán el cañonero Laya desde Huelva, y el cañonero Dato y los guardacostas Uad-Quert y Uad-Muluya, surtos en aguas marroquíes.
A las diez de la noche del día 17, el Almirante Churruca recibe un mensaje del Ministro de Marina, don José Giral, para que lo transmita a los demás buques, mensaje en el que se detallan severísimas instrucciones
«sobre barcos españoles que posiblemente transporten tropas de África para la Península».
Este mismo día 17 de julio se ordena al jefe de la Base Naval de Cartagena la salida de la flotilla de submarinos, que deben situarse entre el cabo de Gata y el Estrecho. De descubrir algún transporte con tropas procederán a detenerlo,
«impidiendo por todos los medios, incluso los más extremos, su llegada a puertos de la Península».
A las siete de la mañana del día 18 se da orden al Churruca para que se sitúe ante Ceuta, bombardeando los objetivos que marcarán los aviones que llegarán de la Península. Acciones similares deben emprender los destructores Sánchez Barcaiztegui, Lepanto y Almirante Valdés sobre Melilla.
Las primeras medidas contra el Alzamiento se toman con anterioridad a su inicio, siguiendo un plan estratégico bien concebido. El Gobierno tiene conocimiento de la situación y es consciente de la importancia del Ejército de África en los planes de Mola.
En estos planes del Gobierno, la zona marítima Estrecho-Alborán se considera de interés estratégico de primer nivel.
Obra derivada de Mapas Generales IGNIniciado el Alzamiento en la tarde del 17 de julio, durante los días 18 y 19 de julio las medidas establecidas por el Gobierno no logran impedir el paso de los primeros transportes marítimos de fuerzas con destino a la Península.
En las últimas horas del 18 sale de Ceuta un convoy formado por el destructor Almirante Churruca y la motonave Ciudad de Algeciras, llevando a bordo al I Tabor de Ceuta, comandante don Luis Oliver, y el 2º Escuadrón desmontado del mismo Grupo, capitán don Luis San Juan, unidades que desembarcan en Cádiz al amanecer del 19.
En las primeras horas del día 19 parte también de Ceuta un segundo convoy formado por el cañonero Dato y el mercante Cabo Espartel, transportan el II Tabor de Ceuta, comandante don Rodrigo Amador de los Ríos. El convoy que llega a Algeciras a las nueve de la mañana.
Estos transportes marítimos con apoyo de barcos de guerra no podrán repetirse. El Churruca, tras abandonar Cádiz, se une al resto de la Escuadra del lado del Gobierno.
A pesar de la desfavorable situación, todavía se intenta un último paso de enorme riesgo.
El día 21 de julio, en Cádiz, el comandante don Arsenio Martínez Campos planea una arriesgadísima operación para trasladar fuerzas desde Marruecos a la Península. Se pretenden utilizar dos faluchos del Consorcio Nacional Almadrabero. Estas pequeñas embarcaciones tienen que cruzar el Estrecho por dos veces, en viajes de ida y vuelta. Herido el Comandante queda al frente de la operación el teniente de navío don Manuel Mora Figueroa. En la noche del 24 al 25 se consigue desembarcar en Tarifa una compañía de la IV bandera del Tercio.
La operación se ha realizado al amparo de la sorpresa y de la situación caótica de la Flota enemiga. Pero ya no podrá repetirse.
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El 18 de julio, el Jaime I sale de Santander rumbo al Estrecho. La tripulación se declara en rebeldía y se hace con el control del acorazado. El 21 entra en Tánger.
De Santander leva anclas el 19 el destructor Almirante Antequera. Sin los graves incidentes del Jaime l, fondea en Málaga el 21 de julio.
De El Ferrol parten el 18, sucesivamente, los cruceros Libertad y Miguel de Cervantes, buque insignia. Las dotaciones se hacen con el control de los barcos durante la travesía y los dirigen a Tánger.
De los barcos de guerra que se encuentran en aguas del Estrecho de Gibraltar y zonas inmediatas, se unen a la Flota gubernamental el día 18 el guardacostas Uad-Muluya, y el 19 el Uad-Lucus, refugiándose ambos en Tánger. Allí llegan también el 20 el cañonero Laya y el planero Tofiño.
El 19, y tras sortear diversas vicisitudes, con detención de la mayoría de los oficiales, arriban a aguas bajo control del Gobierno los destructores Almirante Valdés, puerto de Cartagena, Lepanto, puerto de Málaga, y Sánchez Barcaiztegui, bahía de Tánger.
A estos destructores se suman el 20 el Alsedo, fondeado en el puerto de Málaga, y el 21 el Almirante Ferrándiz, llegado desde Valencia y que se acoge a las aguas internacionales de Tánger.
También se agregarán los submarinos B-6, C-1, C-3, C-4 y C-6, todos ellos con base en Cartagena y que, por órdenes superiores, se situaban a partir de la mañana del 18 de julio en aguas de Alborán entre Málaga y el Estrecho. Las tripulaciones se hacen cargo de los buques el día 20 y sucesivos.
El Gobierno dispone de una Flota poderosa, mandada teóricamente por el capitán de fragata don Fernando Navarro Capdevila, con el capitán de fragata don Valentín Fuentes al frente de la flotilla de destructores y con el teniente de navío don Vicente Ramírez, al mando de los submarinos.
Como Jefe de Operaciones Navales, mando supremo, el teniente de navío don Pedro Prado Mendizábal, que establece su puesto de mando en Málaga, en dependencia directa del ministro de Marina y jefe del Gobierno, don José Giral.
Ramón Salas
«Era una formidable potencia naval y artillera. Sin embargo, su eficacia real distaba mucho de estar en relación con su capacidad teórica. Aquella fuerza era una fuerza que, sin la menor intención peyorativa, podría calificarse de pirata. El poder lo ejercían los comités de buques y el comité general de la Flota, que ofrecieron el mando de los buques a los oficiales en quienes confiaban, mando que éstos ejercían exclusivamente en su aspecto técnico, pues los comités se reservaban todas las decisiones».
La Flota republicana conserva algunos mandos profesionales pero sólo a efectos puramente técnicos y no para la marcha de posibles operaciones. Los buques, técnicamente seguirían navegando, pero estratégica y tácticamente carecen de verdadera dirección.
En la zona del Estrecho, la Flota va a disponer de la Base de Málaga, secundaria pero próxima, y más alejada la fundamental Base de Cartagena. En los primeros momentos hará uso también del puerto de Tánger, pese a su carácter de internacional y neutral.
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Tánger se encuentra sometida a un Estatuto jurídico y político particular. La plaza y su zona inmediata quedan
«bajo régimen de neutralidad permanente“,
regido por un Comité internacional.
Este régimen especial impide que desde la plaza se pueda ejecutar ningún acto de hostilidad contra nadie, ni realizarse actos de este carácter fuera de ella y contra ella, ni tener lugar los mismos «dentro de ella». No pueden establecerse en Tánger «bases de operaciones ni instalaciones susceptibles de ser utilizadas con fines bélicos“, y queda prohibido situar en su perímetro depósitos de municiones o material de guerra.
El día 21 Navarro Capdevila, como jefe de la Flota republicana surta en Tánger y a bordo del crucero Libertad, solicita del ministro de Marina y jefe del Gobierno, don José Giral, que se gestione inmediatamente el permiso para la entrada y permanencia en el puerto tangerino de sus buques, provisionándose allí de combustible. Giral contestó que podía hacerlo,
«en uso del derecho que asiste a España, en relación con el Estatuto de Tánger».
Pero el problema no era tan fácil de resolver como la diplomacia republicana pretendía. Ante la delicada situación que se está creando, hacen acto inmediato de presencia en el puerto de Tánger y para preservar su Estatuto de neutralidad, buques de guerra de las potencias signatarias de aquél; Portugal enviaría dos destructores, Francia otros dos y un crucero, Italia un crucero y Gran Bretaña un crucero y dos destructores. Se crea un clima de gran tensión.
La reacción del general Franco ante tal situación es rápida. El mismo día 21 inicia una ofensiva diplomática encaminada a forzar el abandono de los barcos de guerra españoles de la bahía y puerto de Tánger. Se alega que se ha violado su Estatuto, que las tripulaciones de los buques allí acogidos se encontraban amotinadas, sin oficialidad, habiendo declarado su intención de atacar a las ciudades abiertas de la zona, incluidas las plazas de soberanía españolas en Marruecos. Franco
«La aceptación de esta situación de hecho equivaldría a admitir el principio de que buques piratas puedan refugiarse en Tánger y utilizar su puerto como base de aprovisionamiento y de operaciones contra las costas marroquíes, españolas y portuguesas, y de Gibraltar».
El 22, Franco reitera la anterior reclamación y en la noche del 22 al 23 abandonaban Tánger casi todos los barcos españoles de superficie, aunque los submarinos y algunos otros buques siguiesen en días sucesivos abasteciéndose de combustible.
El 25 y el 27, Franco protesta contra este hecho, censurando la pasividad del Comité tangerino y amenazando con
«tomar medidas proporcionadas a la gravedad de la amenaza».
El 4 de agosto se denuncian los bombardeos de los buques contra varias ciudades abiertas y la nota del 6 de agosto reviste ya verdadero carácter de ultimátum, denunciando que en los buques y en el Consulado español de la plaza se habían organizado bandas armadas y que si en un plazo de cuarenta y ocho horas no quedaba resuelta la situación, con el desarme, dispersión y castigo de las mismas, rehuía «toda responsabilidad» sobre las consecuencias inevitables de ese estado de cosas, considerándose, Franco, «en libertad» para garantizar la neutralidad de la zona internacional.
Estas palabras acusan un efecto inmediato. El Comité de Control comunica a Franco, sin pérdida de tiempo, que el Gobierno español había tomado la decisión de retirar sus buques del puerto de Tánger, reservándose la cuestión de derecho.
El día 7 Giral ordena al jefe de la Flota republicana el total abandono de Tánger, lo que se lleva a cabo en las jornadas inmediatas.
El grave problema internacional desaparece. La Flota republicana no podrá repostar sus unidades y tampoco podrán hacerlo en Gibraltar, en cuya bahía no podrán acogerse los buques por decisión de las autoridades de británicas.
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El Gobierno dispone de superioridad absoluta en la mar y también en el aire. En estos días el Gobierno dispone de unos 400 aparatos frente a los 109 en el bando contrario.
Existen discrepancias entre los jefes del Ejército de Tierra y los de Marina sobre la estrategia a seguir.
El 1 de agosto el jefe de las operaciones navales en Málaga, TN Prado Mendizábal, en conversación con el comandante militar de la plaza, coronel don José Asensio, se muestra partidario de una acción de guerra conjunta sobre Algeciras, por tierra y por mar. Asensio considera que esa operación no es factible mientras no se ocupen Granada y Córdoba.
El 6 de agosto el Gobernador Civil de Málaga cursa un parte al Ministro de la Gobernación, donde se habla de una reunión mantenida con las máximas autoridades de Tierra y Mar. En ella se ha tratado el éxito del convoy adversario que el día anterior (Convoy de la Victoria) ha logrado transportar fuerzas a la Península, para volver luego sobre el tema de la ocupación de Algeciras. Todos acuerdan
«por unanimidad», y «para asegurar definitivamente el dominio del litoral (andaluz) del Sur», a fin de que luego las tropas (propias) puedan avanzar sin obstáculos hacia el Centro, «inutilizar por cualquier medio y sin miramiento alguno, la plaza de Algeciras», a la vez que «destruir las bases de aviación enemigas en Larache y Río Martín» (Tetuán).
«Jefe operaciones Flota nos demostró necesidad ineludible de destruir Algeciras, por considerarla base única de concentración de tropas enemigas, que puedan reforzar actuación Ejército en Sevilla, Córdoba y Granada».
También se dice que la situación de las fuerzas propias en dichas provincias permite permanecer con absoluta tranquilidad en actitud defensiva, hasta que logrado el objetivo de Algeciras, se pueda intentar con éxito el asalto de aquellas capitales .
Se trata de un plan acorde con la situación que se basa en la destrucción de los aeródromos considerados como más peligrosos y la ocupación del punto de apoyo peninsular de las fuerzas de África sublevadas. Pero este plan tampoco será ahora llevado a efecto.
La única estrategia que se empleará será la continuación de los bombardeos, desde barcos y aviones, de ciudades abiertas andaluzas y de Marruecos. Esta estrategia no logrará efectos militares significativos aunque sí numerosas víctimas y daños materiales.
Desde el aire o el mar serán bombardeados:
- Sevilla en la noche del19 al 20 de julio y el día 23,
- Melilla el18 y el26, Cádiz el24,
- Ceuta el 20 y el 25,
- Tetuán el18 y el19,
- Algeciras el 20 y el 25
- y La Línea el 21.
El 2 de agosto se bombardean Ceuta, Algeciras y Tarifa, y el 3, otra vez, Tarifa. Después del paso del convoy el 5 de agosto esta estrategia continuará.
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Cerrado el mar para las fuerzas sublevadas sólo queda el transporte aéreo.
La idea de traer el Ejército de África a la Península transportado en aviones, idea entonces insólita y hasta inverosímil, había sido ya estudiada por el general Franco desde, al menos, el 20 de julio.
Su realización será inmediata. El mismo día 20 tres Fokker F-VII , bombardeo, incorporados desde Cabo Juby a Larache y Sevilla, y de Sevilla a Tetuán, trasladan por la mañana al aeropuerto de Tablada 20 legionarios de la V bandera del Tercio, y otros tantos por la tarde, ya con el jefe de la unidad, comandante don Antonio Castejón. Por la tarde se une un Dornier Wal, hidro de reconocimiento y bombardeo de la Aeronáutica Naval, transporta en dos viajes 24 regulares del III tabor de Larache.
Así se inicia un verdadero puente aéreo, el primero de la Historia.
- El 21 se suman a la operación dos Nieuport, caza, llegados uno de Sevilla y el otro de Granada, con misión de proteger a los aviones de transporte.
- El 23, Cádiz entrega un segundo Dornier Wal.
- El 25, sale de Tablada un Douglas DC-2, de las Líneas Aéreas Postales Españolas (L.A.P.E.).
- El 29 se incorpora un Junker-52 de Lufthansa.
A la vez se habilita el campo de aviación de Jerez de la Frontera, con lo que se acorta en la mitad el itinerario de los aviones. Los hidros vuelan desde el puerto de Ceuta al de Algeciras.
El ritmo de transporte será considerable, teniendo en cuenta que algunos de los aviones realizan además operaciones de bombardeo sobre buques enemigos.
A fin del mes de julio se han llevado a cabo 102 vuelos que transportan 897 hombres.
Transportadas por aire o por mar, se encuentran en la península las banderas del Tercio IV y V, y los tabores I y II de Ceuta, III de Larache (incompleto), y I y II de Tetuán más un escuadrón de Regulares de Ceuta.
En los primeros días de agosto se incorporan a la flota aérea tres Savoia-62, de la Marina y un Fokker, pero el ritmo de los viajes disminuye..
Pero el puente aéreo es insuficiente. Se precisan buques de transporte y de guerra que les den protección.
El 30 de julio se nombra jefe de la Flota nacional al capitán de navío don Francisco Moreno. Pero la Flota nacional en la zona del estrecho sólo cuenta con un cañonero, el Dato, un guardacostas, el Uad-Quert, y un torpedero, el T-19. Muy poco frente a la poderosa Flota republicana.
Pocos son los barcos disponibles pero muy pocos también los aviones que deben proporcionar protección en un hipotético paso del Estrecho.
Ricardo Cerezo
«en 1936 el dominio del mar no puede sostenerse con la sola supremacía naval en la superficie, sino también con la superioridad aérea»
El general Kindelán, jefe del Aire desde el 21 de julio, lo sabía bien.
Para el Mando nacional es imprescindible romper el bloqueo del Estrecho por la Flota enemiga.
“Imágenes procedentes de los fondos de la Biblioteca Nacional de España”
El 26 de julio Mussolini aprueba tras laboriosas y difíciles gestiones, el envío a España de 12 aviones trimotores Savoia 81, de bombardeo. El 30, a las cinco y media de la madrugada despegan de una base de Cerdeña. Dos aviones se pierden y un tercero aterriza por error en zona francesa. Al aeródromo español de Nador llegan sólo nueve. Al frente de esta expedición llega el teniente coronel Rugero Bonomi («Francesco Federici»).
El día 26 de julio, también con dificultades considerables, Hitler acepta el envío de 20 trimotores de transporte Junkers-52 y seis cazas Heinkel-51. Los Junkers llegan por aire a Tetuán. Los Heinkel son embarcados en el vapor Usaramo, que llega a Cádiz al amanecer del 6 de agosto .
El Convoy de la Victoria