La Batalla de Teruel se ha dado por terminada el 23FEB38.
Las fuerzas del Ejército de Maniobra y del Este no se encuentran en su mejor momento. En OCT37, finaliza sin éxito la gran ofensiva de la República sobre Zaragoza. El EPR en todo el frente de Aragón se encuentra desgastado y con la moral baja.
Franco ya ha reorganizado y desplazado a Aragón las fuerzas liberadas del Frente del Norte y tiene decidido actuar sobre el Levante.
Si no surgen problemas en otros frentes dispone de fuerzas suficientes, bien encuadradas, instruidas y con moral alta. Los planes están hechos y la Gran Batalla de la Guerra en marcha.
El EPR será incapaz de oponerse a la fuerza que se le viene encima; el enorme esfuerzo realizado en fortificación en profundidad y terminando en la Línea del Cinca no servirá para nada. Los nacionales disponen de superioridad de maniobra, superioridad aérea y comenzarán a constituir las grandes masas artilleras que con las concentraciones de fuegos no vistas hasta la fecha en la guerra española provocarán el hundimiento de la moral y la capacidad de resistencia de la mejores unidades del EPR.
En poco más de un mes, se ocupará la provincia de Huesca, se entrará en Cataluña, se tomará Lérida, por el norte del Ebro; por el sur se alcanzará la línea del Guadalope, con Caspe, se alcanzarán Gandesa y Morella y en una última fase se alcanzará el mar por Vinaroz, quedando así dividida en dos la zona española leal al Gobierno de la República.
La guerra ha quedado definitivamente decidida. La única esperanza del Gobierno queda en el desarrollo de acontecimientos en Europa; a pesar de las discrepancias, se tratará de mantener la guerra hasta el último momento. Todavía existe una poderosa máquina militar, al menos sobre el papel, y ya están en marcha planes para dar esa batalla definitiva. La ya próxima Batalla del Ebro será la acción de distracción de esa Batalla que no se dará.